Contratapa

Activar los mecanismos de defensa

madresdeplaza

Por Martina Dentella.

La candidata a vicepresidenta por La Libertad Avanza, Victoria Villarruel, organizó un "homenaje a víctimas del terrorismo". Para eso, contó con el aval institucional que facilitó Juntos por el Cambio en la Legislatura Porteña. Y aunque es cierto que no se puede operar con censura previa, tan pronto como se emitieron las invitaciones estaban en condiciones de cancelar el acto. 

Con las acreditaciones de prensa suspendidas y a disposición del bloque libertario, Villarruel tuvo todo servido para desplegar sin repreguntas su reivindicación a la dictadura cívico militar. 

Y aunque el desembarco de las ultraderechas rancias no es una cuestión meramente argentina, por primera vez el consenso democrático que sellamos en 1983 se está tensionando. 

Una voz ágil de reflejos, la del referente de Autodeterminación y Libertad, Luis Zamora, dijo: “La reacción inmediata es positiva. Hay que empezar a mover los músculos, porque vamos a tener que hacerlo cotidianamente. Los derechos democráticos los defiende solo el pueblo movilizado”. 

Sandra Raggio, que preside la Comisión provincial por la Memoria, decía a este medio que “Si la gente no tiene expectativa o esperanza tiene que ser un llamado de alerta, hay una pérdida de confianza de que podemos resolver las cosas, hay que reponer esas expectativas, y es una trabajo de la política, de la militancia, de organismos públicos, de un montón de instituciones que constituyen la democracia. La justicia es un poder que no da respuesta, hay un fuerte deterioro de la institucionalidad y hay que rectificarlo”. 

Que la candidata a vicepresidenta con más volumen electoral en las PASO diga que el terrorismo de Estado no existió, quiere decir que el terreno fértil existe. Alejandro Catterberg, uno de los directores de la Consultora Poliarquía, aseguraba ayer en un medio nacional que “cerca de un tercio de los argentinos dicen que les da lo mismo si hay democracia o no hay democracia". 

Quiere decir, también, que fallaron los andamiajes de una democracia que no alimenta, que no cura, que no educa.  

Algo se tiene que haber roto para que estos discursos resuenen cuarenta años después de ese consenso social y político. Porque no es solo negacionismo o reivindicación del horror, quienes vienen con las banderas anarcocapitalistas son propagandistas del odio al “comunismo”, a la política, y a todo lo que no se les parezca. Y se cuelan por las hendijas de lo que no supieron, no pudieron o no quisieron los dirigentes políticos que gobernaron en estas cuatro décadas. 

Si oyen, verán que Milei y sus compañías peligrosas son solo un actor circunstancial que capitalizan votos de millones de personas que se sienten fuera del sistema. Al margen. Hasta ahora, les han fallado. 

Todos quienes crean en la democracia y sean parte de ella, tienen que poner a trabajar, primero y urgente sus mecanismos de defensa; luego sentarse a tejer lazos comunitarios que permitan que esa desesperanza se transforme. 

Los juicios, las pruebas, las organizaciones internacionales de derechos humanos que investigaron, las propias, dan cuenta de que no hubo ninguna guerra. Fuerzas asimétricas. Un Estado que secuestró, torturó, robó, desapareció. Y mientras muchos nos preguntamos cómo es que volvemos a discutir esto; la calle, siempre de las madres, siempre de la militancia, de la resistencia, responde primero.