"La permanencia en el poder suele producir desequilibrios institucionales, a los que muchas veces sobrevienen abusos y la tentación a diferentes formas de corrupción". Esto lo decía Freddy Storani, en un masivo acto realizado en la sede de Camioneros de Chacabuco. Fue durante los últimos días de febrero, pre pandemia y cuando Víctor Aiola iniciaba su segundo período como intendente. El Jefe Comunal ni soñaba por entonces, que los propios legisladores del PRO iban a voltear la ley "Maria Eugenia" que impedía la posibilidad de más de dos mandatos consecutivos. El mitin, organizado con motivo del lanzamiento de la Fundación Sergio Karakachoff en nuestra ciudad, convocó a radicales de todos los tiempos y pelajes. Desde el intendente Aiola hasta el senador Máspoli, pasando por el entonces flamante secretario de Gobierno Alejo Pérez, todos y todas esperaban con atención el discurso del histórico dirigente de la Junta Coordinadora Nacional. La bienvenida estuvo a cargo del exconcejal Jorge Pérez, quien luego fue la cara visible de la Karakachoff, a favor de Gustavo Posse, en la interna provincial frente al oficialismo de Daniel Salvador.
Tal vez como parte de las secuelas del coronavirus, se agrava la pérdida de la memoria corta. La ley Vidal fue a reciclaje de la mano, entre otros, de los senadores sin tierra ni votos, Agustín Máspoli y Marcelo Daletto. Amparado en la realidad de la centralidad electoral, Aiola ya está lanzado a la posibilidad de su tercer mandato. Chacabuco sigue esperando los cambios estructurales. Vale recordar aquello de las tentaciones que producen la continuidad en el poder y sus consecuentes desequilibrios.
Lejos del “cambio matricial”
Si uno observa la actualidad y la dinámica de la administración pública municipal, se puede concluir que no ha cambiado casi nada desde el 10 de diciembre de 2015 a la fecha. Ninguna de las reformas estructurales han podido ni siquiera ser planteadas como estrategia. Salud y Obras Públicas la reman con recursos provinciales y nacionales. Los servicios de calle carretean solo en las previas electorales y a fuerza de escobillón. Inseguridad, tránsito y producción en la pole de las que van a marzo. Lo demás no mueve el amperímetro más que para justificar la voluminosa planta de funcionarios rentados. Tan es así, que en el inicio de su segundo mandato, Aiola declaró la propia Emergencia Económica y Financiera, al mismo tiempo que convocaba al contador Nerón Chari, quien planteó la necesidad de un “cambio matricial” en las políticas públicas. Está claro que el idioma refundacional no era buena música para los oídos del pediatra y Chari decidió volver a la actividad privada.
Después del bajón pandémico que afectó a todos los gobernantes, Aiola busca su nuevo mandato. A confesión de parte relevo de pruebas dice la ley y la jurisprudencia. Por ahora, para maquillar su pálida gestión, apunta a barrer los cordones, bachear, mejorar un poco las calles de tierra y entusiasmar a algunos vecinos para comprar luces led para que no se escondan fácilmente los amigos de cosas ajenas. El regreso de funcionarios con fuertes cuestionamientos internos y la presencia de algunos “monos con navaja" según expresiones en off de compañeros
de equipo, es una pincelada para intuir que lo peor todavía no llegó.
El 2023
Este fin de semana apareció Elisa Carrió y después de trazar un panorama apocalíptico, alertó a los dirigentes de Juntos a "no anticiparse tanto para la pelea por el 2023". Recortado y caprichosamente elegido por este cronista, suena como válido para todos y todas. “No hacerse los rulos” suele decir “ella”. La dinámica de los acontecimientos en el planeta son impredecibles. La manipulación mediática dura tanto como lo que tarda Infobae en cambiar un título del portal. Tan dinámicos son los acontecimientos, que bastaron tres horas de un encuentro entre el economista Carlos Melconian con Cristina Kirchner, para que los comentaristas y trolls rentados quedaran todos en off side y sin letra para seguir operando.
De eso se habla
La vieja frase ("como una vasija") y gastada, parece volver a ser moda para el peronismo. Con Cristina no alcanza, pero sin ella no hay destino político. Esta semana sacudió a propios y ajenos con un discurso de cátedra, donde por más de una hora y cuarto volvió a pintar el complejo escenario macroeconómico y fiscal de la Argentina (evasores encabezando el ranking), en medio de un mundo atravesado por las peores calamidades. De esto se trata la centralidad del poder. De ser capaz de sorprender una vez más a los fanáticos. De ocupar y preocupar a los que la odian. Solo un tuit cambió el escenario 2019. A ver si ahora hasta los kirchneristas se terminan sorprendiendo.
Por casa todo igual
En medio de esas discusiones sobre posicionamientos excluyentes en términos de votos, se debate también el oficialismo y la oposición local. La sociedad le da sustento a través de la búsqueda permanente de liderazgos personales. Darío Golía concentra más del 70 % de las voluntades peronistas. En los márgenes hay dirigentes/as racionales que aspiran a lograr acuerdos para regresar al gobierno. Otros que apuestan desde la marginalidad o buscando reeditar historias de familia, como si de los ´90 a la fecha nada hubiese cambiado en el pago chico. Tal vez solo travesuras para no insistir con el diván.
En ese mismo escenario, y ya plantado como candidato, se mueve Victor Aiola. El Jefe Comunal sabe que dentro del espacio nadie le hace ruido. Cualquier que pretenda sucederlo necesita el 100 por ciento de sus votos. Es cierto. Pero hay mucho murmullo intramuros. Algunes están muy preocupados porque en tiempos de tantas tecnologías, la información vuela. Tal vez sería un buen momento para volver a escuchar aquel discurso de Freddy Storani. Casi una pieza doctrinaria que alerta sobre los desequilibrios del poder y sus tentaciones.