Colombia eligió otro camino

Por Gustavo Porfiri

Con una participación histórica del sesenta por ciento, muy alta para las estadísticas colombianas, el candidato del Pacto Histórico, Gustavo Petro. obtuvo ajustadamente el domingo, un poco más de la mitad de los votos en la segunda vuelta electoral, convirtiéndose en el nuevo presidente de Colombia. Una victoria que pone por primera vez en la historia de esa república sudamericana a un gobierno de izquierda, que confirma el giro político que está dando el barrio para esperanza de sus pueblos, y que enfrenta al nuevo mandatario con desafíos ciclópeos.

 

El uribismo, es decir la expresión de la derecha más dura de la política colombiana, que gobierna en la tierra cafetera desde hace dos décadas, ha sufrido una derrota electoral impactante.

En este proceso electoral que terminó el domingo con el triunfo de Petro, el candidato más representativo del uribismo no logró superar la primera ronda, y luego, el que cosechó el voto de ese sector fue derrotado también en el balotaje. 

La victoria de Petro representa en gran parte el hartazgo social acumulado durante los gobiernos uribistas encabezados por el propio Álvaro Uribe(2002-2010), seguido por Juan Manuel Santos(2010-2018) e Iván Duque(2018-2022). 

El fantasma del “castrochavismo” o la “venezolanización” de Colombia -muy presentes en los discursos de las campañas electorales de la derecha- no han tenido el efecto deseado en esta edición 2022 de las elecciones presidenciales. Esta vez, el pueblo colombiano decidió apostar por una propuesta que promete aliviar sus penurias, una cuestión que se ha reflejado también en otras repúblicas sudamericanas en este tiempo. La victoria de Gustavo Petro se enmarca en un giro político regional cada vez más acentuado, con gobiernos latinoamericanos más parecidos a los de la primera década del siglo XXI. Ahora, dos pesos pesados del barrio, como México y Colombia, están gobernados por sectores que no responden automáticamente a las directivas de Washington; más bien lo contrario, basta con repasar lo que sucedió en la reciente IX Cumbre de las Américas, donde una de las ausencias notables fue, precisamente, el primer mandatario mexicano. Sumemos a esto la posible llegada de Lula a la presidencia de Brasil, en octubre próximo. En medio de su descalabro global, al imperio le surgen problemas en su propio terreno.

Puertas adentro

El contexto regional favorable con el que Petro llega a la Casa de Nariño no se corresponde con el ambiente interno. En primer lugar, su victoria ha sido ajustada, con lo cual su capital político de arranque es limitado y eso se traduce en tener que caminar sobre una cuerda muy fina haciendo equilibrio entre los embates que le caerán por derecha y el cumplimiento del pacto con sus seguidores y votantes. Si bien Colombia -como nuestra república Argentina- tiene un sistema presidencialista fuerte, Petro tendrá muy poco peso en las dos cámaras legislativas. Además, el sistema de medios que amplifica los intereses de las oligarquías colombianas no tardará ni un solo día en presentar al representante del Pacto Histórico como la cruel reencarnación de Hugo Chávez, Fidel Castro o Manuel Marulanda “Tirofijo”. Otro desafío crucial para Petro -quien asumirá el próximo 7 de agosto- está en las estructuras del Estado colombiano, muchas de ellas infectadas por el narcotráfico y el paramilitarismo. 

Las prioridades en la agenda de Petro serán: La efervescencia social; la pesada herencia económica que deja Iván Duque; la expansión de los grupos armados; el cumplimiento del acuerdo de paz; los asesinatos de líderes sociales y excombatientes; las masacres y desplazamientos de poblaciones campesinas; los cultivos y producción de cocaína; el narcotráfico; la relación con Estados Unidos, país que tiene en Colombia unas cuarenta instalaciones militares, entre bases y otros establecimientos menores. Una mochila muy cargada.

La cumbia de la esperanza

"Esto es por nuestras abuelas y abuelos, las mujeres, los jóvenes, las personas LGTBIQ+, los indígenas, los campesinos, los trabajadores, las víctimas, mi pueblo negro, los que resistieron y los que ya no están... Por toda Colombia. ¡Hoy empezamos a escribir una nueva historia!", escribió Francia Márquez, la ahora vicepresidenta de Colombia, un rato después de que se confirmara el triunfo del Pacto Histórico.

Los sujetos enumerados en el mensaje de Márquez representan a los sectores de la población colombiana ignorados históricamente por gobernantes que hicieron su gestión al amparo de la corrupción y de las élites económicas. Nunca gobernaron para los "nadie" de los que tanto hablaron Petro y Márquez durante la campaña.

Por su parte, el presidente electo, aseguró: "Aquí lo que viene es un cambio de verdad, un cambio real, en el que comprometemos la existencia, la vida misma". "No vamos a traicionar ese electorado, que lo que le ha gritado al país, a la historia, es que a partir de hoy Colombia cambia, Colombia es otra", enfatizó Petro.

"Hoy vamos a escuchar cumbia por el triunfo de Gustavo Petro, nos da mucho gusto, no lo puedo ocultar, estoy muy contento", expresó este lunes, al inicio de su conferencia de prensa matutina, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien destacó "la posibilidad de inaugurar una nueva etapa en Colombia", de "un gobierno del pueblo, para el pueblo y con el pueblo".

Que así sea, que al ritmo de su música ancestral, el pueblo colombiano encuentre la paz y la felicidad que le es esquiva desde hace tanto tiempo.