Qué puede (y debe) la comunidad
Según datos que aporte UNICEF, en Argentina el 59% de niños, niñas y adolescentes vivieron situaciones de violencia antes de los 14 años. El 73% de los agresores eran de género masculino, mientras que el 27% fueron mujeres.
La periodista especializada en género y niñez, Mariana Iglesias, menciona algo clave en su articulo dominical: el artículo 6° de la Convención sobre los Derechos del Niño que la Asamblea General de las Naciones Unidas firmó en 1989 y a la que Argentina adhiere, que habla de la importante de la participación comunitaria. "La Comunidad, por motivos de solidaridad y en ejercicio de la democracia participativa, debe y tiene derecho a ser parte activa en el logro de la vigencia plena y efectiva de los derechos y garantías de las niñas, niños y adolescentes", dice.
Y el Estado qué
Si bien la mayoría de estas violencias suceden puertas adentro, el Estado puede y debe interceder. De hecho, una vez que advierte cualquier tipo de abuso -y los datos, estadísticas y recursos los tiene- es parte responsable del conflicto. “El Gobierno de cada distrito tiene atribuciones respecto del cuidado en el trato de los menores. La autoridad parental no debe ser un inconveniente (todo lo contrario) en caso de tener que intervenir. Aún tomando en cuenta toda la legislación vigente, la proliferación del consumo de alcohol, drogas, estupefacientes y otros, hace que la actitud de la autoridad deba ser mucho más intervencionista de lo que es hoy”, afirma la licenciada Berchesi en diálogo con este medio.
La forma de hacerlo, explica, es con “medidas que aumenten el control sobre la calidad de vida de los menores, como de las personas muy mayores”. Quizá, sugiere,”un monitoreo, a cargo de personal idóneo, por los barrios, una especie de “censo” más en profundidad, para saber lo más posible de quién vive, cuánto hace que vive, dónde hay menores dependiendo de adictos para su crianza o gerontes dependiendo de personas que ejercen malos tratos contra ellos, en los que hace a su alimentación, control médico, asistencia general y cuidados”.
Las instituciones y su rol clave
El rol que ocupan las distintas instituciones en el entramado social es clave. Para Berchesi se hace necesario tomar en cuenta, “en serio”, las informaciones que llegan a las Fiscalías de cada barrio, o a las Comisarías, “donde los vecinos aportan datos acerca de situaciones conocidas por ser antiguos en el barrio, por los ruidos o discusiones o peleas que escuchan a diario desde sus casas y cuya gravedad no pueden discernir hasta que ocurre una tragedia”.
La licenciada sugiere que “en los Clubes o locales de los barrios donde la gente se junta para actividades sociales, podría haber un buzón de preocupaciones, abierto a la inquietud de los vecinos, donde alguien del barrio se ocupara de recepcionar comentarios atinentes a supuestos escenarios de violencia percibidos por la cercanía”.
Qué apuntan las cámaras
Existe una amplia cobertura de la sentencia de las acusadas, algunos análisis de la problemática de fondo, decenas de notas de opinión, y mucho periodismo de márketing que relata detalles escabrosos que violentan.
Berchesi señala que con una cobertura minuto a minuto, lo primero es descartar una lectura “desprevenida”, ya que lo que llamamos “cobertura” implica distintas tomas de posición, la mayoría de ellas con inclinaciones -previamente pactadas- con abogados (defensores o fiscales) y hasta con Jueces. “Los aportes que recibimos de los medios son, en gran mayoría, interesados en los resultados de los fallos. Sectores desean sorprender con una toma de posición que lleve a mucha gente a pensar en las bondades de absolver o las conveniencias de condenar, y que ese contenido pase de boca en boca, generando una expectativa determinada, para alguien que paga por ella. Si hay un verdadero interés en determinar una postura que tenga en cuenta todas las situaciones individuales en juego, se requiere investigar o, mínimamente, acompañar alguna parte de la investigación, antes de expresar opinión”, opina.
De todos modos, advierte que “la ventaja es que hacen saber que estas cosas ocurren pero, generan expectativas a favor de alguna parte, forman opinión –generalmente muy tendenciosa y muchas veces llevan el pensamiento de la gente que los lee o escucha, en direcciones francamente absurdas o desvinculadas de la gravedad de los hechos. En este caso, por ejemplo, la carga contra “el feminismo a ultranza”, del que se viene hablando”.