-¿Qué evaluación hacés de las decisiones político-económicas de los últimos días del ministro Sergio Massa?, ¿es estratégica una alianza-puente con China y Brasil para que Argentina use menos dólares?
-Son medidas de muy corto plazo, y que no tienen un anclaje internacional integral. Si bien son juegos estratégicos, la estrategia solamente está hecha en función a las expectativas que puede generar en Estados Unidos como accionista del Fondo Monetario. Lo que hace Lula sí tiene una mirada estratégica y es para observar sobre cómo un líder progresista de estos tiempos puede leer el mundo de otra manera. Piensa en un mundo regionalizado pero basado en economías de mercado y competitivas. Lo que planteó el Gobierno de Lula a Massa, es que en vez de ir a pedir un préstamo de corto plazo, se haga un pedido al Brics, e incluso, la estrategia del presidente de Brasil es reflotar UNASUR, para intercambiar con los Brics como otra región económica. Ahí sí hay un estadista, cuestiones complejas, y muchos incentivos para que las economías estén alineadas para que puedan tener parámetros comunes, como puede ser a mediano plazo una moneda.
-El otro día Julián Domínguez anunciaba un año próximo auspicioso en términos económico-comerciales por la potencialidad del litio, los pronósticos para sector agropecuario y la puesta en marcha del gasoducto NK, ¿es entusiasmo real o electoral?
-No lo comparto en absoluto. Principalmente porque no están dadas las condiciones para que haya inversiones que cambien el tamaño de la economía. Puede haber pequeñísimas inversiones, marginales, o que empiece a venderse un poquito de litio, pero no va a hacer cambiar el tamaño de la economía, y no nos va a llegar a los ciudadanos comunes. Primero, porque falta la estabilidad jurídica, que las leyes no cambien a lo largo del tiempo, que pesan más cuando la inversión es a largo plazo, y lo otro que no existe es la estabilidad económica. Hay muchas cuestiones amañadas, el ministro de Economía está corriendo de un lado para el otro. A veces hay dólares, a veces no hay dólares. La inflación no sabemos cuál es. Sabemos que va a ser cada vez más alta. Esa condición no está dada, ni siquiera está estabilizada. El comentario corre el foco de la realidad que le cuesta mucho a la sociedad argentina.
-¿A qué nivel condicionan los vencimientos con el FMI el crecimiento y desarrollo?
-El acuerdo con el Fondo es a medias. No es integral, no es total. Por eso la condiciona muy mal a la economía. Porque en ningún lado se discute o se propone como la economía paga la deuda y a su vez genera riqueza y aumento de productividad. Es algo que en Argentina que desde hace treinta años no se llega a discutir. Todavía estamos discutiendo tener empleo, por eso no se discute sobre la productividad.
Como no estamos teniendo la discusión sobre cómo ser más competitivos frente al mundo, es que nos enfrentamos con la situación de que hay empleo con un salario que no alcanza. Por eso hay muchos empleados que no le devuelven toda la productividad a la economía y eso se ve reflejado en los sueldos. No estamos discutiendo cómo ser mejores.
-¿Hasta dónde es sostenible este nivel de inflación? ¿al gobierno le queda alguna chance de mejorar los números de acá a diciembre?
-Ya no es sostenible, eso está claro y ya la gente lo tiene muy presente. El problema de la inflación ya llegó. Se puede sostener un poco más de tiempo, en la medida en que sea parecida en cada uno de los meses. Eso es lo que está pasando. Y eso es a lo único que está apelando el Gobierno. A tranquilizar la inflación, de modo que por lo menos, sepamos cuánta inflación va a haber en cada mes. Ese es el tiro que le queda al Gobierno. Si por el contrario, no lo logra, estamos muy cerca de comportamientos muy anormales en la economía. Que haya más miedo, más incertidumbre, y que incluso se pueda producir un desabastecimiento bastante grave, producto de que la oferta esconda los productos, que no los quiera vender.
“El radicalismo necesita un nuevo liderazgo”
Mientras el Intendente Víctor Aiola, define si disputará en la contienda electoral una re-reelección, hay al menos media docena de candidatos apuntados a sucederlo, y la UCR deberá definir de qué manera resuelve su situación.
Para Ramundo, “el mejor candidato es aquel que pueda reunir a los otros detrás suyo, antes o después de una PASO”. Alejado desde hace algunos años de la gestión, considera que “es un momento en el que tiene que aflorar un liderazgo concreto” e insiste en que “Esa va a ser la solución, el espacio necesita un nuevo liderazgo, que no dependa de un nombre propio”.