OPINIÓN

La nueva alianza

OPINIÓN (3)

Por Gustavo Porfiri

 

Según Global Times, la cooperación de beneficio mutuo entre América Latina y China está en constante aumento, lo que ha provocado irritación en Washington. Por ejemplo, la semana pasada, el ministro de Economía argentino, Sergio Massa, firmó una serie de acuerdos con las autoridades chinas a fin de fortalecer los lazos bilaterales. Este cuadro de situación ha empujado al Consejo Nacional de Seguridad de Estados Unidos para el Hemisferio Occidental a anunciar la creación de "nuevas herramientas" para mejorar la posición imperial en Latinoamérica.

A principios de marzo de este año, la jefa del Comando Sur de Estados Unidos, la generala Laura Richardson, afirmó ante el Congreso de su país que China “continúa expandiendo su influencia” en América Latina y “manipula” a sus gobiernos mediante “prácticas de inversión depredadoras”. "Beijing continúa expandiendo su influencia económica, diplomática, tecnológica, informativa y militar en América Latina y el Caribe", dijo la oficial, al exponer ante la Comisión de Defensa en una audiencia sobre los desafíos de seguridad en las Américas. Richardson sostuvo que China “tiene la capacidad y la intención” de “promover su tipo de autoritarismo y amasar poder e influencia a expensas de estas democracias”. Además, agregó que en América Latina y el Caribe, la potencia asiática “amplió su capacidad para extraer recursos, establecer puertos, manipular a los gobiernos a través de prácticas de inversión depredadoras y construir posibles instalaciones espaciales de doble uso”. 

 

Están que vuelan 

La creciente relación de este rincón del mundo con el gigante asiático es inmediatamente proporcional al creciente enfado de Washington con el asunto. Y motivos no le faltan a las autoridades imperiales: recientemente, China firmó un tratado de libre comercio (TLC) con Ecuador y logró el reconocimiento por parte de Honduras, con quien aceleró las negociaciones para ampliar el alcance de la cooperación comercial y económica. El 26 de marzo pasado, Tegucigalpa anunció la ruptura oficial de sus relaciones con Taiwán y el reconocimiento de la existencia de una sola China. Ese mismo día, representantes hondureños y chinos firmaron el comunicado conjunto de establecimiento de nexos diplomáticos. Este lunes, la presidenta del país centroamericano, Xiomara Castro, viajó a Pekín, donde se reunirá con par, Xi Jinping. Será la primera visita oficial de Castro a ese país, donde firmará varios convenios estratégicos y temáticos de cooperación.

Por su parte, Brasil, la economía más grande de América Latina, también ha mostrado una gran disposición a estrechar su cooperación con China, y -al igual que nosotros- los brasileños han comenzado a utilizar el yuan chino en lugar del dólar estadounidense para ciertos acuerdos comerciales. Asimismo, el Mercado Común del Sur (Mercosur) en su conjunto ha mostrado interés en ampliar la cooperación con Pekín, según destaca la publicación aludida del Global Times.

La clave

Muy a pesar de la Casa Blanca, China se ha convertido en el primer o segundo socio comercial de la mayoría de los países de nuestro barrio, esto en detrimento de la influencia norteamericana en la región. Para Juliana González Jáuregui, investigadora en el Área de Relaciones Internacionales de FLACSO Argentina, e investigadora asistente en el CONICET, esto fue posible porque Beijing “contribuyó a superar los cuellos de botella de infraestructura en los países en desarrollo, alivió las restricciones de liquidez y brindó a los países en desarrollo más opciones y financiamiento competitivo”.(1)

Para la analista, las condicionalidades financieras que China exige a la hora de prestar dinero son esencialmente comerciales, mientras que las occidentales –pensemos en el Banco Mundial (BM) o el Fondo Monetario Internacional (FMI)- se caracterizan por exigir condicionalidades políticas y austeridad fiscal. Si lo sabremos por estas pampas...

Siguiendo el razonamiento de González Jáuregui, si se hace una comparación entre el financiamiento chino con los préstamos otorgados por el BM, o el FMI, éstos últimos “no han producido los mismos beneficios de crecimiento económico". Y si no, que nos expliquen los cambiantes cuáles fueron los avances logrados con el último préstamo que doña Christine Lagarde le concedió alegremente a don Mauricio Macri.

Ya veremos

Durante mucho tiempo hemos escuchado -y comprobado- que Estados Unidos ha tratado a América Latina como su "patio trasero". Para el Global Times, “las políticas ´tóxicas´ e ´irresponsables´ de Washington solo han erosionado aún más las economías locales de la región, impidiéndoles lograr la deseada estabilidad política y desarrollo económico”. No se puede disentir con la idea, sólo se puede agregar que todo esto tiene un origen: el consenso de Washington, aquel decálogo de recomendaciones políticas creado a finales de la década de los ochenta del siglo pasado por las instituciones de asesoramiento político con sede en Washington: el FMI, el Banco Mundial y el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos. La aplicación de esas ideas empujaron a varias de nuestras repúblicas latinoamericanas al desastre, como ocurrió con la Argentina durante los gobiernos del caudillo de Anillaco y el del que debió rajar en helicóptero.

Tranquilos, señores imperiales, dejen que probemos asociarnos con una potencia que jamás auspició dictaduras ni anda invadiendo cada rincón del planeta para quedarse con los recursos naturales. 

 
  1. https://www.iade.org.ar/noticias/china-gana-posiciones-en-la-region-tratados-comerciales-inversiones-y-deuda