CONVERSACIÓN CON MARIO LALLA

“Necesitamos un líder sin aspiraciones de permanencia”

lalla

Mario Lalla fue intendente de Chacabuco entre 1987 y 1991. Con una población de más de 40 mil habitantes el estado municipal funcionaba con unos 600 empleados y solo 14 funcionarios. El histórico militante radical recuerda que le tocó gobernar con Antonio Cafiero a cargo del ejecutivo bonaerense y eso no fue un obstáculo para que, entre otras cosas, se pudieran construir 24 viviendas por año. “Mis compañeros radicales y mis correligionarios peronistas” solía decir el legendario dirigente del PJ y Lalla lo recuerda con afecto. En diálogo con Frecuencia Electoral (Somos Canal 7) el exintendente asegura que el radicalismo necesita “un líder que conduzca, pero también superar las aspiraciones de permanencia”. “Hay que dejar de lado las ambiciones de protagonismo para que se recompongan otras cuestiones”, dice. 

-Nos la pasamos discutiendo sobre salarios de los trabajadores municipales, sobre cuántos son finalmente, cuántas secretarías se crearon, sobre la planta de funcionarios, los pases a planta, ¿con cuántos empleados gobernaste?

-Amplío el período a ocho años. El doctor Rodrigo inicia su mandato con 450 empleados en momentos en que se estaba terminando de construir la parte nueva del Hospital, ahí inicia la tarea excepcional de la Fundación, y se incorporó bastante gente al municipio por la magnitud del nosocomio. Osvaldo tuvo que ampliar la planta permanente también por la creación del Concejo Deliberante y deja la función con 540 empleados, más o menos. Cuatro años después me toca terminar mi mandato con 600 empleados estables y 30 mensualizados, que es una forma que estaba permitida. Lo hicimos cuando el gobernador Cafiero, excelente gobernador, impulsó un plan de viviendas y en Chacabuco hicimos una gran cantidad. Un promedio de 24 por año. Se hacían en los terrenos propios de los vecinos, mediante un concurso de predios que lo promediamos con albañiles y constructores locales y los incorporamos para que hagan toda la atención municipal. Yo dejé el Municipio con 630. Tenía mucho cuidado con la incorporación de gente, hemos trabajado muy bien con los sindicatos, las incorporaciones estaban acordadas, y trabajamos en el estatuto de incorporaciones con pautas muy claras. La idea era que los agentes, así me gusta llamarlos, entraran por las menores categorías e hicieran carrera en el Municipio. El estatuto actual está preparado para que los Intendentes armen su staff político partidario dando cargos municipales, entonces aparecen estas desviaciones tan grandes entre la necesidad y la cantidad. 

- ¿Y con cuántos funcionarios?

- Yo tenía 14 funcionarios, cargos. Era otra historia.

-Estuviste trabajando en la primera parte de la gestión Aiola, ¿cómo fue la experiencia?

-Nada más que un año. No fue lo que yo pretendía. El Intendente me convocó y le planteé que iba a estar hasta que me jubilara, y me faltaba menos de un año. Pero seguí un tiempo más por cuestiones administrativas. Al efecto, el Intendente había sumado como subsecretario al Ing. Osmar Echeverría, que me iba a reemplazar. 

Me ocupé mucho de un tema muy complejo que era obras sanitarias, agua corriente, y obras en sí. Tenía intenciones de seguir de forma ad honorem pero no se dieron las circunstancias. 

-Decías que Cafiero había sido un buen gobernante, en ese reverdecer de la democracia una derrota partidaria no significaba una derrota para otros sectores de la comunidad, ¿qué puentes son necesarios construir en tiempos de grieta?

-Excelente gobernante Cafiero. Y el primer puente que hay que construir tiene que ver con dejar de lado las locas ambiciones por perpetuarse en el poder. No se termina la Argentina cuando uno tiene que dejar el poder. La dirigencia tiene que tener actitud y aptitud para que eso ocurra. Nosotros perdimos la provincia de Buenos Aires con Pugliese, un gran político, contra Cafiero, y nada cambió. Cafiero fue un político excepcional que contempló a todos los intendentes de cualquier cuadro político, nos reuníamos dos por tres todos los intendentes de la provincia y acostumbraba a decir “mis compañeros radicales y mis correligionarios peronistas”, cuando hablaba con todos nosotros, interpretaba el objetivo común, era brillante. 

-¿Cómo ves la situación del radicalismo en general?

-Sin dudas está desteñido, en primer lugar porque no hay un líder. Raúl Alfonsín no fue fácil de reemplazar. Hace falta un líder que conduzca, aparecen buenos dirigentes, pero también las aspiraciones de permanencia no escapan del radicalismo. Hay una pérdida de concepto, de ética que tenía el radicalismo, o la dirigencia en otro momento. Hay que dejar de lado ambiciones de protagonismo para que se recompongan otras cuestiones. 

-Muchos dirigentes históricos del radicalismo están tomando posición, si hubiera un ballotage entre Massa o Milei, ¿a quién acompañarías?

-Hay alternativas. No me sentiría conforme con elegir. La alternativa sería en blanco. Los dos me parecen patéticos en sus planteos. Nunca sabemos cuál es el verdadero pensamiento de Massa, y Milei generó una diferencia sustancial y uno no sabe cómo va a gobernar si lo eligen, sin legisladores, sin intendentes, instituciones. Milei es imposible de votar, en todo caso cierro los ojos, trago saliva y voto lo otro.