Luego de años de distanciamiento, Lula, favorito para las elecciones de octubre en Brasil, se reunió este domingo con su exministra de Medio Ambiente, Marina Silva. La lideresa del partido REDE le entregó a su antiguo jefe "propuestas para un Brasil más sustentable, más justo y que vuelva a proteger el medio ambiente". Silva fue ministra durante el gobierno de Lula entre 2003 y 2008. Al año siguiente, por discrepancias con Dilma Rousseff, dejó el Ejecutivo y el PT para crear su propia estructura política.
Lula resaltó la importancia de la reunión sostenida con la exfuncionaria “no solo por la calidad del programa que presenta”, sino por el contexto político actual. En ese sentido, el ex mandatario añadió: “mi generación no estaba acostumbrada a hacer política diseminando odio y violencia como lo estamos viendo ahora. La gente está viendo que nuestra democracia se nos escapa de las manos. La presencia de Marina Silva aquí con nosotros es una demostración de que la democracia se puede ejercer incluso cuando hay diferencias”.
Militantes asesinados
El candidato petista condenó el sábado pasado, en un multitudinario acto político, que tuvo lugar en Taobao da Serra, Sao Paulo, el clima de odio existente luego de conocerse un segundo asesinato político, ocurrido el viernes y por el cual responsabilizó al actual mandatario, Jair Bolsonaro. Se trató de la muerte del leñador Benito Cardoso dos Santos, en Río de Janeiro, a mano de un seguidor de Bolsonaro. Es algo “anormal e inaceptable”, dijo Lula, quien también recordó el asesinato del guardia municipal Marcelo Arruda, muerto por otro bolsonarista, hace dos meses, en Mato Grosso.
“El pueblo brasileño merece un Gobierno fraterno, sin discursos de odio, que busque el bienestar de todos y garantice la comida en el plato todos los días”, enfatizó el líder del PT, y añadió: “la nación necesita recobrar la vida, sonreír, sentirse libre y avanzar unida hacia la reinstauración de la seguridad pública, la justicia social y el bienestar”.
En este marco de situación, y bajo el lema “La esperanza vencerá al miedo", movimientos populares y centrales sindicales organizaron el sábado pasado varios actos en al menos 24 ciudades del país. Los impulsores fueron La Central de Movimientos Populares (CMP), la Marcha Mundial de las Mujeres (MMM), el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), el Movimiento de los Trabajadores Sin Techo, y la Unión de Negros por la Igualdad (Unegro). Los manifestantes hicieron un llamado a defender la democracia y “superar el hambre, el desempleo y la desigualdad".
La violencia institucional
El expresidente de Ecuador, Rafael Correa, expresó el viernes pasado, en una entrevista concedida a Radio 10, su apoyo a Cristina Fernández de Kirchner, con quien espera "hablar en los próximos días", y consideró que el pedido de condena de doce años que formulara el fiscal Diego Luiani por la causa conocida como “Vialidad” forma parte de "algo coordinado" para tratar de "perseguir a líderes progresistas" de la región. "Le están robando a nuestros pueblos la democracia con estas artimañas", indicó Correa.
El ecuatoriano consideró que existe una "guerra jurídica" contra la vicepresidenta y otros líderes progresistas por haber llevado adelante "proyectos soberanos" y "políticas heterodoxas" en Latinoamérica. "Ya basta, derrótenla en las urnas, pero no con estas mañas", subrayó Correa, que desde el año 2017 reside en Bélgica, donde obtuvo asilo político.
El expresidente, que fue condenado por dirigir una "supuesta organización criminal dedicada a los sobornos", expresó que "no es coincidencia" lo que sucede con distintos dirigentes políticos latinoamericanos. "Es algo coordinado para tratar de perseguir a los líderes progresistas. Esto es el lawfare", resaltó, y ejemplificó con el caso del expresidente brasileño Inacio Lula Da Silva, quien estuvo más de un año "preso ilegalmente". "Si a Lula no lo hubieran encarcelado, hoy no tendríamos un fascista como Jair Bolsonaro", remarcó Correa y adjudicó esta arremetida a las "élites que han gobernado doscientos años" y que "no creen" en la democracia.
A dos manos
Últimamente estamos observando cómo las derechas sudamericanas, brazo operativo de las oligarquías imperialistas globales, están cambiando sus estrategias de combate al denominado “campo popular”. Situaciones como las experimentadas en Brasil, o el intento de asesinato a Cristina Fernández en nuestra República, nos dan la pauta de que la violencia política es el camino elegido: el fascismo sudamericano se ha empeñado en hacer correr sangre. Es un problema mayúsculo que habríamos de sofocar de inmediato, antes de que se propague. El otro entuerto a resolver urgentemente es la utilización de las estructuras judiciales para someter a los adversarios políticos. Nuestra frágil democracia liberal no parece tener los mecanismos de defensa apropiados para protegerse sola; está pues, en manos de los pueblos, la respuesta a semejantes desafíos.