-Se dio a conocer que el 75% de los argentinos sufren alteraciones del sueño, ¿qué opinión tenés sobre el tema?
-El informe estadístico al cual hacés referencia fue realizado por el Observatorio de Psicología Social de la Facultad de la UBA. Hago hincapié en la procedencia de los datos, porque muchas veces los estudios son presentados con valor científico por consultoras que trabajan para determinados intereses, como pueden ser los laboratorios, cuyo fin es instalar temas de salud a través de los medios de comunicación, usando personajes populares para luego vender los fármacos que producen. En este caso, el sesgo de la investigación estaría dado en la muestra elegida al ser realizada solamente en grandes urbes, donde la dinámica socioeconómica adquiere un ritmo que se expresa en un hacinamiento, segregación, contaminación auditiva, inseguridad, etc., mucho mayor que en ciudades mas pequeñas y pueblos. Y genera como consecuencias una degradación más marcada en el lazo social, con sus concomitantes efectos en la salud de la comunidad.
Los estudios cuantitativos, desde mi perspectiva, tiene un aspecto negativo que es que lo singular queda velado por lo particular o lo general del estudio. Y un aspecto positivo es que cuando una problemática tiene dimensiones de epidemia, deja de ser un tema que solo es abordado por las disciplinas académicas, para empezar a ser un problema político que requiere de la intervención institucional del Estado.
-¿Es algo que se ve reflejado también en Chacabuco?
-Teniendo en cuenta la disparidad demográfica, Chacabuco no es ajeno a las mismas dificultades sociales y de salud que las grandes ciudades. Por lo tanto, las alteraciones en el sueño son síntomas de consulta. Muchas veces la demanda es por otros motivos. Por ejemplo, irritabilidad o comportamientos que ocasionan desencuentros con otros: discusiones con amigos, familiares y compañeros de trabajo. Y en las entrevistas clínicas se evidencia la problemática.
¿Cuáles son las causas?
-Las causas son diversas. Pueden ser de índole orgánicas: apneas del sueño, dificultades respiratorias que afectan el dormir. Parasomnias: sonambulismo, terrores nocturnos, movimientos involuntarios, que afectan el dormir de quienes conviven o ponen en riesgo de algún accidente a quien lo padece. Pero sería un especialista en neurología quien nos podría orientar.
Por otro lado, las causas también pueden ser producto de estar cursando alguna crisis subjetiva: muerte de un ser querido, rupturas amorosas, dificultades laborales, un accidente, etc. Y por supuesto puede ser también el efecto de sufrir algún padecer psicopatológico.
La mayoría de las ocasiones hay una comorbilidad entre lo orgánico y lo emocional. No siendo nada menor poder establecer la causa.
¿Qué recomendaciones darías a quienes lo sufren?
-Lo primero es descartar el origen orgánico, que de constatarse requiere obviamente de una terapéutica específica. Muchas veces corremos el riesgo de psicologizar. De ahí la importancia de la consulta al médico/a clínico, neurólogo/a o neumonólogo.
Los consejos sobre hacer deportes, yoga, cambios de hábitos -que siempre son bienvenidos- si no funcionan como recetas universales para todo el mundo, abrir un espacio con un psicoanalista puede permitir que cada uno encuentre su propia respuesta. Hoy podemos contar con la posibilidad de consultar de manera privada o en instituciones públicas.
También asumir una enfermedad física o crónica y lo que eso conlleva en la posición subjetiva de cada quien. Así como abordar conjuntamente con la interconsulta a un psiquiatra cuando hablamos de psicopatología.
-¿Cómo influye el estilo de vida de las personas?
El informe de la UBA hace especial referencia a dos dimensiones. Puntualiza sobre los estilos de vida y cómo influyen en las alteraciones del sueño. Se puede verificar que es una época que se publicita una vida de felicidad plena. Donde algunos sujetos sienten que es para todos menos para ellos. Empujándolos al sacrificio y a una exigencia que genera malestar. Es ahí donde también podemos incidir. Poder asumir que hay imposibilidades y no impotencia individual permite aliviar ese empuje desmedido que angustia, inhibe o deprime a las personas.
La otra dimensión que enfatiza el informe es la pandemia y sus efectos. Escuchamos profesionales y "especialistas" de cuáles fueron las consecuencias del distanciamiento social y confinamiento. Se constata que nos acostumbramos más fácil al encierro que a volver al encuentro con los otros. Estimulando aún más la fragilidad del lazo social.
Las dificultades del dormir no son ajenas también al soñar y la función que cumplen. Por eso, si la causa es biológica, por una crisis en la biografía de un sujeto, por el malestar que la cultura capitalista ocasiona, por diagnósticos psicopatológicos o la pandemia. De lo que se trata es de una ruptura del lazo del sujeto con la palabra y la consecuente desorientación de su vida cotidiana. Restituir a cada uno en su singularidad las palabras propias, le puede permitir dar cuenta de lo que sufre y encontras soluciones. Para eso todos necesitamos un partenaire que se proponga como destinatarios de esas palabras.