-¿Cómo se vivieron estos últimos días con el pedido de condena para Cristina Fernández y los hechos que se fueron sucediendo posteriormente?
-Vemos con gran preocupación lo que se está montando en el Poder Judicial para proscribir a Cristina, es el objetivo que persiguen. El alegato del fiscal fue un discurso político, totalmente provocador. Hay que tener en cuenta que el fiscal se junta a jugar al fútbol con Macri, y otros referentes del Poder Judicial. Sería interesante poder hacer el ejercicio de pensar qué pasaría si fuese al revés, si el fiscal o los jueces que tienen las causas que incriminan a Macri fuesen íntimos de Cristina, de Máximo o de Axel Kicillof, sería un escándalo. Y acá no pasa absolutamente nada. Esta persecución termina despertando a un pueblo que sale a la calle de manera autoconvocada a bancar a Cristina como representante de la esperanza, de un futuro mejor. Lo que hace Larreta y Juntos por el Cambio no es más que provocar e incitar a la violencia. Lo que pasó ayer es burdo, violento, preocupante. Porque no es ir en contra de Cristina Fernández, es ir contra la democracia.
-Quedó instalada desde las bases militantes esa idea de un 17 de octubre, de “si la tocan a Cristina, el pueblo la va a defender”, ¿creés que la reacción excede los círculos de militancia más duros del kirchnerismo?
-Desde el 2016 se mostró mucho la casa de Cristina, y fue muy común que se junten militantes de Cambiemos a insultar, gritarle cosas y demás. A partir de eso, como organización, empezamos a turnarnos para estar ahí y evitar eso. Ahí nunca apareció la policía de Larreta para cuidar el “orden y la paz” como dicen en las conferencias de estos días, que no es más que la decisión política de reprimir.
La gente que está ahí reconoce en Cristina a alguien que los dignificó, es la representación de que se puede vivir de otra manera. Eso la gente no se lo olvida. Lo que está pasando nos está devolviendo la mística. El partido judicial y Juntos por el Cambio está haciendo el trabajo por nosotros, está despertando a las masas con el lawfare de manual.
-El Intendente Aiola insinúa que hay sectores del peronismo -como en tu caso- con los que se puede dialogar y después sale a decir que el kirchnerismo “es olor a cala” o “están terminados”, pero también pide políticas de Estado para trabajar en conjunto, ¿cómo se hace para convivir políticamente con quienes expresan la intolerancia de Juntos?
-La coherencia no es algo que identifique a Aiola, ni a ninguna de las personas que forman parte de Juntos por el Cambio. Una persona que haya dicho “Aiola es Macri”, es poco probable que pueda pararse a defender otro tipo de planteo. Estoy convencida, y es algo que discuto mucho, de que en la política para poder generar legitimidad y confianza en la gente, tenemos que poder sostener en público lo que se dice en privado. Yo trabajé mucho para que se entreguen las 500 escrituras, y firmar 70 nuevas. En privado es “macanudo”, se puede conversar, llegar a acuerdos, y después salen declaraciones grandilocuentes, violentas, agresivas para cumplir con el partido político. Se da vuelta, y así no se crea legitimidad. A mí no me interesa que diga que conmigo se puede trabajar y después declare el fin del kirchnerismo. Parece que no aprenden que nosotros en los peores momentos es cuando más nos organizamos y fortalecemos. Porque el pueblo argentino es un pueblo con memoria. Y del otro lado están los que priorizan a sus amigos para hacer negocios. A mí no me van a encontrar diciendo una cosa en un lado y otra en otra.
-En casi todos los momentos políticos desde la vuelta de la democracia, ha habido momentos con sensación de bisagra. Mirando hacia el interior del Frente de Todos se dan situaciones particulares ¿hasta cuándo se le puede pedir a Cristina?, ¿cómo se equilibra su centralidad política con el hecho de haberle otorgado a Massa buena parte del poder institucional?
-Creo que Cristina ha aceptado que hay algo que excede a su persona, a su deseo, sus ganas. Cristina hace varios años ha decidido dar su vida, su tiempo, a disposición del pueblo y para que la gente viva mejor. Cristina deja de ser una persona y se vuelve algo más. Hasta donde decida, la vamos a acompañar porque nos conduce. En todos estos años la misión que hemos tenido, es generar representatividad para que de abajo para arriba puedan ir surgiendo cambios que puedan representar lo que Cristina nos ha enseñado. Vamos sumando intendentes, preparándonos para ocupar lugares de gestión importantes. Sabemos que Cristina no va a ser eterna y necesitamos organizarnos para poder pensar después en una correlación de fuerzas dentro del campo popular, pero hoy-y desde hace muchos años- es evidente que es la conductora de este espacio.
-Hay una vorágine del calendario electoral que condiciona la definición de proyectos de mediano y largo plazo. Ustedes trabajan a diez y quince años, pero los procesos electorales son cada dos, ¿hay decisión política del espacio para acompañar en los distritos del interior a quienes estén mejor posicionados para ganar elecciones?
-Eso se evalúa conforme se van dando las cosas, y los contextos y consensos que se presentan. No podemos tener una definición homogénea para toda la Provincia, y sobre todo hay que ver qué pasa en este tiempo. Sí, como militante, nada me gustaría más que poder ver a Cristina presidenta de nuevo. Es una cuestión emocional, de certeza y esperanza. En los distritos se van generando las definiciones correspondientes a cada lado, y no es lo mismo un proceso de construcción de muchos años donde ya es hora de empezar a jugar como en Quilmes, en Carmen de Areco, Chivilcoy, para poder tener referentes propios. En otros lados tendremos que pensar en alianzas. Hoy estamos enfocados en lo que está pasando con Cristina, porque la excede a ella.