domingo. 22.12.2024

-Yo siempre pensé y sostuve que la iba a sacar- dice con convicción. 

 

Estaba haciendo un asado y Lucas, su hermano, le dice “la sacamos”. 

 

Pensó que era una broma, hasta que escucharon la voz de Eva Rodríguez del otro lado. La vendedor de la Rifa de la Fundación del Hospital. Lucas la reconoció enseguida. 

 

¿Quién será Raúl Nanni? La noticia corrió rápido, como cada vez que Bomberos o la Fundación hacen sus grandes sorteos. 

Nadie lo conoce por Raúl, pero pasadas las horas algunos se avispan. Es que Raúl, Lulo Nanni, reconocido pintor, alto, grandote, de rasgos rígidos, es un hombre popular. Y para la timba, un tipo de suerte. 

 

Hugo Salaro, su amigo desde la infancia, lo identificó enseguida, y agrega más datos: es Raúl Osmar. Lo segundo, crecieron juntos en el barrio de Bomberos. Y es muy sufrido, porque la vida lo deparó así, dice. Su papá murió cuando era muy chico, y eso los marcó a fuego. A Lulo le tocó entonces ser grande de golpe y se hizo cargo de sus hermanos más chicos: Luis y Lucas. Y siguió trabajando con los clientes de su padre. 

 

-Por Raúl no me conoce nadie. Incluso en el barrio se preguntaban “quién será”. Lo llamaban a Lucas a ver si lo conocíamos- cuenta el ganador, que nunca menciona que el premio es nada menos que un departamento.

 

-Estoy contento porque se ganó el departamento, y luchó toda la vida, y sigue luchando. Si le pedís ayuda, él no tiene problema nunca. No es demostrativo, pero si te puede dar una mano, lo hace- dice Hugo, que está contento por su amigo. Él y muchos más.

 

Su amistad se remonta a los años setenta. A la una de la tarde, se reunían en Cabral y Zapiola cinco o seis chicos que no pasaban la década y salían a caminar para el lado de las quintas: Monte Marisi, Bonini. Había en la ciudad pocas piletas, cinco o seis por esa zona, donde sacarse el calor agobiante. 

 

-Íbamos a meternos a pileta ajena hasta que llegaban los dueños y nos corrían por el monte, a pata o en camioneta- recuerda Hugo. 

 

Un día salieron de a tres: Lulo, Hugo y el Chino. Como Hugo no quiso meterse, le pidieron que se quede de campana. A dos metros de la pileta, quedó sentado sobre el alambrado olímpico y no lo vio venir. El dueño le tocó el hombro, Hugo saltó hacia adelante y corrieron en calzoncillos por el monte. Lo recuerda y se ríe. Lo revive. 

 

Lulo tuvo la suerte de poder debutar en la primera de Unión Sport con diecisiete años. “En ese tiempo era difícil que un chico pudiera jugar en primera, jugaban solamente hombres de veinticinco años para arriba, no recuerdo que otro chico lo hiciera, no es como ahora”, explica. Era flaco, alto, y veloz. Pura garra, agrega Lucas. Y no dejó de jugar: en la Selección de Chacabuco, en San Martín, en Racing. 

 

Pero lo más importante en la vida siempre fue la vieja. Desde que enviudó, Irma Rosa, vivió para ellos. Era ama de casa, trabajadora y buena vecina. Lulo y Lucas, además de las propias, heredaron -y seguían comprando- la rifa de su mamá después de que muriera en enero del último año. Los hermanos, unidos, extienden el trato con la rifa de Bomberos: el que saca, comparte. Y salió ahora. Creer o reventar. 

 

-Hasta el último día hizo todo por nosotros, nos esperaba a comer todos los días. Ella quería sacar la rifa para ayudar a mis hermanos, y justo saqué yo. Pero es de los dos. Mía y de Lucas, así que el premio es para los dos. Es como un hijo para mí, yo lo crié, le llevo dieciséis años- cuenta Lulo. 

 

Lucas lo confirma. Es como mi hermano papá, dice. Lulo es como un padre, porque cuando faltó y él tenía ocho años y le marcó el camino. “Nos llevaba para todos lados de chiquititos. Siempre para adelante, para mí es un genio, es todo”.  

 

La suerte tiene otros antecedentes: de jóvenes, con su primo, el Chino Vidaurre, sacaron un Renault 12 con la rifa del Club Argentino. En ese momento también respetaron la palabra y compartieron el botín. También suele ganar a la quiniela, le pasa cerca al Quini y alguna rifa menor. Pero en este caso, insiste, la suerte no jugó.  Está convencido de que fue su mamá: 

 

-Estoy segurísimo, no sé si estaré loco, pero yo sé que cumplió con lo que ella quería. 

Raúl