-¿Cuál fue la elección que más te gustó vivenciar?
-Yo recuerdo la campaña que no viví, la de Alfonsín, cuando era chiquito. Es cierto que en ese momento se respiraba la democracia de otra manera, con alegría, con un entusiasmo bárbaro. Después tuvimos que ir reformulando las ideas de democracia, haciéndolas más terrenales. Me quedó ese entusiasmo. Ahora, más allá de las elecciones, siempre disfruto tener que ir a votar, aunque nunca gané una elección. Cuando me tocó hacer el juramento de mi título, no juré por la iglesia ni por la patria, sino por la defensa de la democracia.
-Sos un gran defensor de la educación publica. ¿Cómo se mejora este sistema para todos y que opinás sobre la opción de los vouchers?
-Hay una discusión a nivel de Consejos Universitarios Internacionales, y la tendencia más fuerte es la que tiende a la comercialización de la educación superior. De hecho todo lo que es el comercio internacional está presionando fuertemente para eso. Y América Latina y Argentina en particular no solo defiende la educación pública sino que la materializa. Se defiende como un bien público, como un puntal estratégico de desarrollo y como una prioridad del Estado. Hay una historia de universidades públicas de muy alto nivel, gratuitas y cada vez más extendidas en el territorio, que es lo que garantiza el acceso.
La presión por la comercialización es muy fuerte, sobre todo por las posibilidades de internacionalización de la educación superior. Hoy con internet, con el voucher podrías comprar un curso en una universidad europea, y uno podría decir “¡qué bueno!”, y la mayoría no tiene por qué saberlo porque son cuestiones muy técnicas del mundo universitario, pero hay que pensar en qué implicancias tiene la universidad, y en qué se gana y qué se pierde. La universidad no es una carrera, esa es solo una de las funciones. La universidad tiene una función formativa, la función de extensión universitaria y de investigación. La internalización implicaría desarticular lo que es el sostén de la universidad pública para el desarrollo productivo. Una carrera podés hacerla por internet, y genera oportunidades, pero los países del primer mundo se van a quedar con todo lo que es construcción del conocimiento y vinculación tecnológica. Eso a futuro, Argentina lo pagaría muy caro.
-¿En qué etapa está la construcción de la UTN, y en términos reales, más allá de slogans políticos, qué significa para los jóvenes de la ciudad y qué potencial para los docentes locales?
-Me parece que la sede es consecuencia de otra cosa, hace dos años se consiguió para Chacabuco instalar dos carreras de grado, que implica un desarrollo y un crecimiento en la matrícula y en la cantidad de cursos que hace que hoy la sede -que no se inauguró hace mucho, estaba Barrientos- quede chica. Para el potencial que tiene la UTN en Chacabuco, la nueva sede va a implicar que no sea una cuestión de infraestructura la que nos impida crecer. Estamos pensando para el año que viene meternos en el área de programación, y si la pensamos en nuestra infraestructura actual, darla de tarde, implica una imposibilidad para muchos. Y eso va en contra del estatuto de la universidad, que se creó como una universidad obrera.
-¿Chacabuco necesita más oferta universitaria?
-Chacabuco apostó a una universidad tecnológica. En un momento, cuando hubo una deuda en 2001, por la crisis que tenía el país, la deuda se salda con la casa que tiene hoy el aula Chacabuco, en ese momento el Intendente Darío Golía pide eso, los sueldos se habían pagado con un subsidio que se había conseguido. Eso implicó una relación mucho más estrecha que tenemos con Chivilcoy y Bragado. Para el mercado de Chacabuco y el tipo de estructura social, teniendo la UNNOBA cerca, con una oferta académica más generalista, tratar de apostar a una Facultad Regional me parece que ha sido una política inteligente. Hubiese sido una mala administración del presupuesto.
-¿Cuándo se llama a licitación del nuevo edificio?
-Hay dos propuestas, yo no manejo ese tema. Me encargo de la parte académica, de la parte administrativa. De eso se ocupa Pablo Pannnunzio, desconozco cómo están los tiempos.
Hubo movimientos, se firmaron para el proyecto en los Terrenos de Ferrocarriles, un aporte del Ministerio de Educación, también hubo avances sobre los terrenos del Colegio Nacional. Pero me parece que eso se va a definir después del proceso electoral, y depende quién se quede con la Intendencia qué va a hacer con los dos proyectos.
Las barajas están jugadas.
-¿Qué análisis hacés sobre el discurso de los candidatos?
-Los candidatos locales a veces tienen que traducir las ideas de sus líneas nacionales a lo que es el desarrollo local. Pero todos están pensando cómo sería su Municipio en un contexto donde la presidencia esté a cargo de otro candidato, y con qué fondos y con qué presiones va a gobernar.
El oficialismo sabe que tiene que ir a sacarle más jugo a lo que hizo estos años si quiere marcar algunas diferencia, el candidato del peronismo está con la tranquilidad de ser el candidato con más votos, en todo caso hay que ver a quién elige de contrincante para discutir. Y Tedesco trata de hacer malabares con su discurso… Él es un estudiante de la universidad pública, sabe que eso de los vouchers es sarasa, que en realidad va a terminar con una clase media y media baja, que va a desistir de ir a la universidad porque no va a poder o va a quedar endeudada. Y qué sé yo, abrite un only fans, a ver si podés pagar la deuda. Tiene que sostener ese discurso y bueno… lo sostendrá con esa sonrisa inmaculada, como hace.