Un destello de sensatez
En medio de la escalada guerrerista que el Occidente imperial está llevando a cabo en Ucrania, aparecen algunas voces disonantes a las que conviene escuchar. Una de ellas es la de Hungría, un país miembro de la Unión Europea y de la OTAN que se ha negado a enviar armas a Ucrania o a permitir que transiten por su territorio. Además, se ha opuesto a un embargo de petróleo y gas contra Moscú. No todo está perdido en la “vieja Europa”.
El sábado pasado, el ministro de Asuntos Exteriores de Hungría, Peter Szijjarto, anunció que emprendía un viaje a Pekín, en el marco de una visita no anunciada, para discutir una solución pacífica al conflicto ucraniano. "Hay una guerra en curso en nuestra vecindad, Europa está atenazada por la psicosis bélica, por lo que los esfuerzos en apoyo de la paz son de especial importancia y deben reforzarse constantemente", escribió el canciller en sus redes sociales.
"Apoyamos el plan de paz presentado por China por dos razones: en primer lugar, porque está dirigido a lograr la paz y, en segundo lugar, porque existe. Por fin existe algo que no pretende prolongar la guerra en Ucrania, sino ponerle fin", explicó Sziijjarto, quien llegó a Pekín este domingo.
El alto funcionario húngaro también señaló que Budapest está interesada en desarrollar la cooperación bilateral con China. "No queremos que las relaciones entre Europa y China se deterioren. No vemos a China como una fuente de riesgo, sino como un país con el que tenemos enormes oportunidades de cooperación", afirmó el diplomático.
Estas palabras, en boca de un representante de un gobierno europeo suenan alentadoras. Es que desde que empezó la operación militar especial rusa en Ucrania, los miembros de la Unión Europea, han estado totalmente sujetos a los mandatos de Washington (y de Londres, claro). Estamos aburridos de escuchar a la alemana Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, o al español Josep Borrell Fontelles, el alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, recitar el libreto que les escriben desde la Casa Blanca. Lo propio pasa con los líderes de los países europeos más influyentes, como Emmanuel Macron, Olaf Scholz, o Pedro Sánchez, por citar algunos ejemplos destacados. Todos enfocados en prolongar, como sea, el conflicto. Todos encolumnados tras los intereses del complejo industrial-militar-financiero, la única planta motriz que posee el imperio occidental para seguir manteniendo a su economía con respirador artificial. Todos inyectando recursos al régimen nazifascista de Kiev, aunque hace casi ochenta años los mismos protagonistas fueron víctimas de Hitler.
La propuesta de China
A finales de febrero de este año, la Cancillería china publicó un documento con una propuesta de solución política para la crisis ucraniana. La iniciativa consta de los siguientes 12 puntos: 1) Respetar la soberanía de todos los países, 2) Abandonar la mentalidad de la Guerra Fría, 3) Cesar las hostilidades, 4) Reanudar las conversaciones de paz, 5) Resolver la crisis humanitaria, 6) Proteger a la población civil y a los prisioneros de guerra, 7) Mantener la seguridad de las centrales nucleares, 8) Reducir los riesgos estratégicos, 9) Facilitar las exportaciones de grano, 10) Poner fin a las sanciones unilaterales, 11) Mantener estables las cadenas de suministro, 12) Promover la reconstrucción post-conflicto.
Sin embargo, esta propuesta no ha tenido ningún eco pues para Occidente, supuestamente, favorece a Moscú. "El único plan de paz para Ucrania que está sobre la mesa, es el de Vladímir Zelenski", declaró a principios de este mes Josep Borrell. En cuanto al plan de paz de China, dijo que se trataba de "una serie de ilusiones, de sueños".
Gestiones opuestas
Mientras el Canciller de Hungría viajó a Pekín para gestionar por la paz, durante el fin de semana, el presidente de Ucrania, Vladímir Zelenski, estuvo de recorrida por diferentes capitales europeas y también visitó al papa Francisco. En esa reunión dejó claro lo lejos que está de su marote la idea de alguna negociación de paz: "Con el debido respeto a Su Santidad, no necesitamos mediadores, necesitamos una paz justa", afirmó el líder del gobierno de Kiev, tras mantener un encuentro de cuarenta minutos con el pontífice.
El Vaticano se había ofrecido para mediar en pos de poner fin al conflicto, pero el "camino de diálogo" planteado por el papa, fue descartado por Zelenski, señalando que la solución para Ucrania "es la contraofensiva". "No estoy dispuesto a hablar con Putin", aseguró el ucraniano.
Tras el encuentro, el portavoz de la Santa Sede, Matteo Bruni, declaró: "El papa subrayó, en particular, la necesidad urgente de gestos de humanidad hacia las personas más frágiles, víctimas inocentes del conflicto".
Hacia finales de abril, Zelenski había manifestado que “el comportamiento de Hungría como miembro de la OTAN es inapropiado", pues considera que, en calidad de miembro de la OTAN, Budapest debería tener una postura diferente. En respuesta, el Canciller Szijjarto declaró que no es competencia del mandatario de Ucrania decidir si Hungría actúa correctamente. "Afortunadamente, él no es quien decide esto", aseveró el diplomático, dejando en claro que -afortunadamente- en Europa todavía se pueden observar algunos destellos de sensatez.