Jaime Perczyk presentó los resultados de las pruebas Aprender 2021, y salió a ponerle el cuerpo a las estadísticas. Adjudicó los resultados a los dos años de pandemia y las políticas recesivas del macrismo y anunció medidas para contrarrestar los datos: mejorar las condiciones sociales de los chicos; fortalecer el nivel educativo de la familia, más días y horas de clase; más libros para los estudiantes; adelantar el ingreso al nivel inicial; y más programas de capacitación docente.
Marcelo “Chata” García, licenciado en Comunicación y docente universitario, opinó que “las propuestas del Ministro están bien”, y aunque “hay que apuntalar a los docentes, porque va a haber
mucho trabajo que hacer para volver -por lo menos- a los niveles de medición de la pre pandemia”, lo cierto es que “a veces el sistema educativo ofrece premios que para sectores más bajos son trayectorias a muy largo alcance”. En esa línea explicó que “Un pibe de clase media puede pensar en que va a estudiar cuando termine el secundario, pero en los sectores más bajos empiezan a pensar cómo se hacen unos mangos, y ahí la escuela es una etapa donde sienten que pierden el tiempo, porque están viendo cuestiones muy importantes a aprovechar, oportunidades de crecimiento e inserción social muy buenas, pero que en su imaginario están muy lejos”. Por eso, considera que
“hay que trabajar con la familia, mejorar las instituciones, generar material, pero también el pibe y la piba se tienen que empoderar, y significa que sientan que aprender algo que pueden aplicar y mejorar su situación”.
“La escuela debe enseñar oficios”
De las pruebas Aprender 2021 se desprende, entre otras cosas, que las desigualdades económicas ampliaron la brecha educativa según nivel socioeconómico.
Para García, “está claro que el sistema educativo, que supuestamente tenía como función igualar oportunidades, si no se trabaja bien, termina generando mecanismos de reproducción de las desigualdades, es decir, generando peores condiciones de aprendizaje, justamente en aquellos sectores en los que hay que proponer herramientas mayores”.
Los resultados marcan que la pandemia afectó el desarrollo educativo de los chicos de primaria, “pero los afectó de manera muy desigual, los más perjudicados fueron los sectores más bajos”. García considera que “Hay que trabajar sobre las condiciones socioeconómicas, tal como dijo el ministro Perczyk, porque donde no se come bien y la familia no está en condiciones de generar un ambiente donde el chico o la chica pueda proyectarse, y por lo tanto la educación tenga para ellos un sentido, es muy difícil generar un clima de educabilidad”.
Pero también hay otras cuestiones, dice. “Muchas veces las escuelas, el equipamiento, la infraestructura donde van los sectores más vulnerables suelen ser más precarios. Tampoco es un clima que revierta las desigualdades que traen desde casa. Y muchas veces los chicos de sectores bajos ven al sistema educativo como algo extraño, como un recorrido que genera resultados a muy largo plazo, donde a corto plazo lo que suelen tener son frustraciones entonces suelen no apropiarse del sistema, sino que lo rechazan”. Por eso es más difícil generar condiciones de educabilidad, y “se necesita una educación que ofrezca caminos más cortos, herramientas de las que pueda apropiarse más rápidamente para poder mejorar su situación”. Ahí, insiste García, “es donde aparece la necesidad de que las escuelas, más allá del conocimiento enciclopédico, enseñen oficios”.
Respecto a la utilidad de las mediciones, el docente universitario considera que “siempre son objetables, pero ofrecen aunque sea un indicador, y no es fácil medir niveles educativos”. Para García, “Lengua y Matemática son dos saberes muy característicos que sirven como base para adquirir otro montón de saberes, pero no para saberes prácticos.Eso no se está midiendo. Creo que son mediciones que nos permiten tener una referencia. No son una verdad absoluta”.
Pensar la post pandemia
El observatorio de la deuda social de la UCA, tiene un indicador sobre cuántos libros le leyeron a un niño en los últimos meses, que en los sectores más bajos, da un nivel más bajo o negativo. “Para los sectores empobrecidos, la escuela es el lugar privilegiado donde se cruzan con la literatura, no se la cruzan tanto en la casa. Esto genera que una situación de pandemia, donde la Escuela tuvo un alcance menor, se pierda el acceso a la literatura”, dice García. Así, cree, se explica “El salto de treinta puntos entre lo que medía la compresión lectora en el 2018 en los sectores bajos y lo que midió en el 2021”, porque “para esos chicos, la escuela es el lugar privilegiado de acceso a los libros”.