“El fumar no solamente es un hábito que puede resultar desagradable para quienes nos rodean y se transforman en fumadores pasivos con el humo que despide el fumador, sino que es una drogodependencia generada socialmente, que se transforma en una enfermedad”, comienza diciendo Nelson Coronel, médico que goza de una rica experiencia trabajando con grupos de personas que luchan contra las adicciones.
El tabaquismo y la dependencia
“Una adicción como la del tabaquismo implica tres tipos de dependencia”, explica Coronel. “Primero; una dependencia química biológica, ya que el cuerpo termina generando un acostumbramiento a incorporar las sustancias del tabaco. Una dependencia social, ya que muchas veces se fuma en grupo, en cenas con amigos, los adolescentes a veces lo hacen por rebeldía o para manifestar una madurez mal entendida. Por último y no menos importante, la dependencia psicológica, teniendo al cigarrillo como una compañía en diferentes situaciones”, completó el médico.
Las características de la adicción
“El hábito de fumar regularmente es una adicción porque tiene tres características”, relata el entrevistado. “La tolerancia, porque los fumadores consumen cada vez más para conseguir el mismo placer. Es una dependencia triple, como dijimos en el punto anterior, que lleva a un comportamiento compulsivo y automático. Por último, cuando el adicto trata de dejarlo, tiene el correspondiente síndrome de abstinencia que lo lleva a querer volver a fumar”, describió Coronel.
Las sustancias nocivas que se liberan
“Cuando se enciende un cigarrillo, son 4.000 sustancias las que se liberan, de las cuales 43 son cancerígenas; se necesitan 14 días para que un ambiente se libere de las toxinas que deja el cigarrillo. El fumador tiene en promedio muchísimos años menos de vida que si no fumara, es muy importante tenerlo presente; casi el 95% de los cánceres de pulmón se relacionan con el cigarrillo.
El fumar, además aumenta la frecuencia cardíaca, la presión arterial y si usted le hace a un paciente que fuma un estudio del pelo, va a encontrar ahí la nicotina. A su vez, la nicotina acelera la producción de una neurosustancia que se llama topamina, que es la que da esa sensación placentera al fumar. Pero luego, cuando baja la topamina, los fumadores vuelven a experimentar la necesidad de ese placer, lo que genera la dependencia de tener que volver a elevarla con otro cigarrillo. Todo esto ocurre a nivel cerebral, con estos neurotransmisores que se activan. Por último, hay que mencionar que los alquitranes cancerígenos presentes en el cigarrillo, engloban a una gran cantidad de hidrocarburos: el benceno, el benzopireno, el antraceno, la dimetilcetona, y otros compuestos que están asociados directamente al cáncer de boca y de laringe”, finalizó Coronel.