Sin dudas la decisión de volver a realizar la Fiesta del Maíz, luego de una interrupción de seis años, estaba inspirada en la necesidad de darle un marco festivo a un año electoral, donde el intendente Víctor Aiola ya tenia diseñada una estrategia de campaña. En el medio ocurrió de todo, pero lo mas impactante son las consecuencias de la peor sequía de los últimos 90 años, que dejó a una gran número de pequeños y medianos productores en situación de extrema vulnerabilidad. A eso, se sumó el reclamo de los comerciantes, que en casi una puesta en escena perfecta de aquel “campo+ciudad” hicieron sentir su vos por el perjuicio económico que directa o indirectamente les ocasiona la realización de este encuentro.
Mas alla de las opiniones favorables o las críticas, lo cierto es que nada de lo ocurrido durante el fin de semana tuvo algo de la mística y entusiasmo que despèrtaban las tradicionales fiestas en las que el despliegue de maquinarias, camiones y automóviles en sendos stand, reflejaban la buena predisposición y ánimo de los sectores ligados estrechamente al agro.
Finalmente, el día domingo y a pesar del mal tiempo, Los Palmeras convocaron a miles de personas y le permitieron un cierre a toda orquesta para una historia nada feliz. Claro, ellos se llevaron la módica suma de doce millones de pesos.