SOCIEDAD

Piraña

Piraña

 

 

Murió un hombre de esta ciudad: Oscar Rodrigo.  

La avenida Alsina fue cambiando en los últimos sesenta años mientras Piraña veía pasar el tiempo parado en la segunda vereda, peinado a la gomina, o detrás del mostrador de Roal Sport. 

Como comerciante, nunca intentó convencer a nadie. Era atento, prudente, poco insistidor, vendía su estilo sobrio, conservador, con calidad diferenciada. 

Marta y Piraña no se escriben por separado. Tuvieron una dupla histórica. Dos negocios gemelos, conectados al fondo, donde compartieron sesenta otoños. Fueron socios fundadores del Golf Club, tuvieron tres hijos, nueve nietos, y hasta llegaron a disfrutar juntos de la cuarta generación. Para educar a los chicos de su entorno eligió el silencio y una mirada de mucho ruido. Siempre los mandó a pensar. 

A Marta Pérez, con quien cumplió sesenta años de casados, le preguntaban cuando era chica cómo se iba a poner de novia con Piraña Rodrigo, porque no paraba de hablar de fútbol, y además era jugador. Jugó en el Mariano Moreno, que desapareció hace muchos años. Después se fue de Chacabuco un tiempo y dejó de jugar. Hasta que a su vuelta llegó a Boca Juniors, en el “estadio” que estaba estaba sobre la ruta 7. En alguna nota con este medio lo recordó y contó que en el entretiempo en vez de darles agua les servían sidra. 

Su circuito de placeres se centró en dos canchas. La de golf, sobre Ruta 7, y la de Avellaneda, que le dio sufrimiento ininterrumpido durante décadas hasta que Milito les devolvió la gloria. En su vidriera, que data desde 1961, se ve como un trofeo la camiseta celeste y blanca, que con el tiempo se convirtió en una marca personal. 

Fue parte de la vida institucional de la ciudad cuando se comprometió en dos oportunidades con la presidencia del Club, aunque siempre dejó su visión cauta y sensata en las distintas comisiones. Dicen sus amigos que más que un deportista, era un golfista muy especial, “cuando todos preguntamos el score él preguntaba cuántos jugaron, siempre más pendiente de su club que de su propio juego”. 

Las cosas que no hizo: no se hizo rico, no habló de más y no estafó a nadie. A esto le dio principal importancia en su cumpleaños número ochenta celebrado en su lugar en el mundo: “Yo los veo a todos ustedes y pienso, yo no les hice daño a ninguno, y eso me alegra. Por ahí les vendí un pantalón fallado, o me olvidé de algún golpe, pero un detalle, nada más”. 

También le dio mucha importancia a su aspecto, su presencia. “Lo feo es que uno es  viejo y no se da cuenta y hace papelones, los espejos antes te daban una imagen más o menos buena y ahora te dan imágenes de viejo, no sé qué pasa, y lo notás en todo momento, venís al Golf, y la pelota queda cada vez más cerca, lo único bueno es que mi juego es muy regular, antes no sabía cuánto iba a hacer en cada hoyo, ahora sé que es doble bogey o triple bogey seguro”. 

Qué dijo ese día además. “Estoy muy feliz de tenerlos a todos acá, la vida es como una película, cada cual le pone el argumento que quiere, algunos eligen el drama y es todos problemas, la gente es mala, otros eligen la comedia, todo va bien, todo es joda, otros eligen policial, y hay seguramente delincuentes, yo no sabía qué elegir y elegí hacer una película aburrida, y me salió bárbaro, casi gané el Oscar, pero elegí muy buen elenco, una familia bárbara, unos amigos maravillosos y la pasé muy bien, ustedes se aburrieron pero yo la pasé muy bien”. 

A Piraña nunca se le corrió un pelo ni una opinión de lugar. Sobre su pelo, salió indemne del mítico terremoto de San Juan de 1977, que superó largamente el minuto, causó la muerte de 65 personas, más de 300 heridos graves y destruyó el 50% de las casas de adobe de esa región y se sintió en Chacabuco. Todos salieron del viejo edificio de la calle Primera Junta que temblaba. Bajaron con lo puesto, como estaban. Todos menos Piraña. Piraña se vistió y se peinó y se encontró con sus vecinos peinado a la gomina, de punta en blanco. 

Se podrá ver su estela algunas décadas más en la Avenida Alsina, o envuelto en el silencio de algún green.