domingo. 22.12.2024

"No se puede respirar"

Decenas de organizaciones ambientalistas de Rosario y la zona, junto con vecinos y vecinas autoconvocados se movilizaron para reclamar que la Justicia reaccione, accione y ponga fin a las quemas que se vienen sucediendo sin límites. Alejandro Senatore es oriundo de Chacabuco y vive hace casi treinta años en Rosario, Santa Fe. En diálogo con Cuatro Palabras asegura que la ciudad está “invivible”, y que “es imposible respirar, te arde la vista, te pica la nariz, la garganta, es algo inconcebible”. Para entender por qué es imprescindible la sanción de la Ley de Humedales dialogamos con la geógrafa, investigadora, y miembro de la Red Nacional de Humedales (ReNaHu), Patricia Pintos. 

 

Por Martina Dentella

 

Sólo en lo que va del 2022, hay unas 200.000 hectáreas destruidas por el fuego, y en los últimos meses se emitieron casi 700 alertas de incendio.

Pero no es una novedad: hace tres largos años que los vecinos y vecinas de la zona de las islas del Paraná están respirando humo.

En los últimos días, la Facultad de Ciencias Médicas de Rosario se refirió a la quema de humedales en el Delta del Paraná como “uno de los peores desastres ecológicos” de la región, con consecuencias crónicas en la salud de las personas y señalaron que las consultas médicas aumentaron todos los días por problemas respiratorios, y que los vecinos de la zona están expuestos "a niveles de contaminación extremadamente altos", por el humo. 

Para una persona con una enfermedad respiratoria de base, Rosario hoy es invivible: salen de su casa solo cuando es estrictamente necesario, no abren puertas ni ventanas y aumentan las consultas a los profesionales de la salud. 

Alejandro Senatore es oriundo de Chacabuco y vive en Rosario desde hace casi treinta años. Participó de algunas de las movilizaciones que se vienen realizando desde el 2020 con una particularidad: es asmático. 

En diálogo con este medio contó que “el humo que deriva del fuego que están prendiendo en las islas es terrible, insoportable”. “Como asmático uso un puff que venía usando una vez por mes y ahora debo hacerlo cada diez días, es imposible respirar, te arde la vista, te pica la nariz, la garganta, es algo inconcebible”. 

Es éste el contexto en que se vuelve a discutir la urgencia de la sanción de la Ley de Humedales, una de las grandes deudas pendientes que mantiene el Estado con los vecinos de la zona y de todo el país, y que pondría un cese definitivo, un límite a este gris o vacío legal que hoy les permite a los sectores del agronegocio, o a los empresarios del sector inmobiliario avanzar sin escrúpulos. 

En ese sentido, Senatore asegura que “se conoce quiénes están detrás”. Se trata, explica, de “los grandes terratenientes y los dueños de los campos que quieren renovar el pasto o hacer otro tipo de negocios”. 

 

Qué pasa con la Ley de Humedales

A principios de 2022, diputados y senadores de diferentes bloques volvieron a presentar algunos proyectos que habían perdido estado parlamentario, entre ellos el de Leonardo Grosso, que es presidente de la comisión de Recursos Naturales de la Cámara de Diputados, y que tiene el gran consenso de las organizaciones ambientalistas. 

Por otra parte, el ministerio de Ambiente y el Consejo Federal de Medio Ambiente (Cofema) elaboraron un nuevo proyecto que supuestamente partía de la base del proyecto de Grosso, pero que fue cuestionado por los principales referentes del ambientalismo, porque introdujo modificaciones y suprimió artículos. 

Todavía no está claro cuándo ingresará al Congreso, pero la gran pregunta es por qué se avanzó una propuesta legislativa diferente. 

La geógrafa e investigadora y miembro de la Red Nacional de Humedales (ReNaHu), Patricia Pintos, explicó que “las organizaciones ambientalistas están en disconformidad con el planteo porque deja de lado una cantidad de cuestiones que fueron debatidas durante una larga década que tiene de recorrido la Ley de Humedales”. 

La geógrafa explica que esas áreas “están siendo sometidas a la presión de las prácticas extractivistas que no son respetuosas, cuando se realizan actividades del agronegocio primero tienen que secar y pampeanizarlo, es decir, darle un carácter diferente al que tenía, y en muchas ocasiones desplazar a las poblaciones; ni que hablar del extractivismo inmobiliario”. 

Una de las aristas más importantes del proyecto de ley es la creación de un inventario de los humedales desplazados en el territorio nacional, que reconozca la diversidad de estos ecosistemas, y que “permita monitorear qué está pasando con ellos, hacer un seguimiento, la falta de un inventario garantiza que los efectos destructivos tengan continuidad en el tiempo, no se revela con claridad qué es lo que se está afectando”. 

Pintos, insiste en que “el lobby del sector inmobiliario es muy fuerte, en los últimos años ha encontrado en los humedales la gallina de los huevos de oro, pudieron producir esas urbanizaciones con lagunas típicas que se han multiplicado en todo el país, hay una convergencia de sectores cooperativos como el del agronegocio también, que tienen intereses cifrados en seguir dándole continuidad a esta ilusión desarrollista sobre territorios extremadamente frágiles y fundamentalmente necesarios para la calidad ambiental de las comunidades, hay una enorme contradicción que la política no logra resolver en relación a entender que los humedales son vitales, sobre todo en tiempos en que hablamos de crisis climática”, dice.

 

"No se puede respirar"