La Escuela Paralímpica es un proyecto en el que trabajaron Victoria Cuozzo y Lisandro Muhoberac, ambos profesores de Educación Física que llegaron a la ciudad en medio de la pandemia luego de vivir varios años en Ushuaia.
La delegación está conformada por la Escuela Especial Maria Rosa Canale y por la Escuela Paralímpica, que tiene hasta el momento a Valentina Espíndola con la primera medalla de oro, Nabil Ferrari, medalla de plata en cien metros categoría ciegos y disminuidos visuales; y el equipo de básquet 3 vs.3 en silla de ruedas, medalla de bronce.
“La experiencia es emocionante, tenemos una forma de pensar y trabajar considerando que el torneo es de los chicos, de los deportistas, por eso tratamos de que vengan solos con los profes y los acompañamientos, y que las familias van a estar re bien cuidados, respetados, que venimos a estar con ellos, para que aprendan, que velamos por su autonomía en todo sentido. Desde el despertarse, en el baño pueden tardar más o menos, desayunamos todos juntos en un mismo horario y no nos podemos atrasar, preparamos la ropa la noche anterior”, cuenta Victoria Cuozzo a este medio.
La más chica de la delegación, Elenea, tiene 12 años y el más grande 42: Ramón. Y a medida que los deportistas suman competitividad, lo que los docentes buscan, es “sumar la mayor cantidad de experiencias deportivas, motrices y sociales”. En ese sentido, explica, “estamos recontra contentos porque todos son muy independientes, inclusive los más chicos. Nosotros les marcamos que pidan lo que necesitan, que si nos ponemos cargosos nos lo puedan decir, que nos digan lo que piensan con respeto, que se hablen con respeto entre ellos”.
Vicky es la técnica de básquet sobre silla de ruedas. El equipo que conduce, de tres jóvenes de 12, 13 y 14 años es la primera vez que viajan a jugar y sacaron la medalla de bronce. “La recontra pelearon, es muy emocionante”. Hoy irán a la premiación, y podrán acompañarlos el resto de los integrantes de la Escuela.
“Para los profes es apasionante lo que sucede acá, por más que hace años que trabajamos en discapacidad no dejamos de sorprendernos, seguimos aprendiendo de su forma de pensar, de vivir, nos emocionamos, a mí me cuentan la cantidad de veces que se me caen las lágrimas”, dice.
Los triunfos, cuenta, se celebran con abrazos, lágrimas, saltos y otros festejos. También se apuran a contar a las familias: hay grupos de WhatsApp varios, el general y los particulares de cada deporte.
Aunque remarcan en varias oportunidades la emoción, aseguran que “no están sorprendidos” de los resultados porque hace más de dos años que están entrenando”. Además, explican, “si bien el objetivo que tiene la Escuela Paralímpica es hacer que las personas con discapacidad tengan un grupo de pertenencia, pero que cada vez que se presentan en un torneo haya buenos resultados, ellos quieren las medallas, y nosotros también, para eso entrenamos”.
Conocer el mar
Parte del atractivo histórico de los Juegos Bonaerenses, es poder disfrutar de la playa. Si bien algunos chicos ya conocen el mar, otros nunca fueron. Hoy, después de la entrega de medallas y de la final de fútbol femenino PC (con grandes chances), irán todos juntos a la playa. Y el jueves, después del desayuno, volverán a Chacabuco junto con toda la delegación local.