Se autodefine como artista callejero, le gusta viajar y aprender siempre algo nuevo, “en noviembre, el 18, se cumplen siete años desde que arranqué con los malabares”, recuerda con exactitud.
¿Y cómo empieza uno a hacer malabares?, ¿cuándo decidís pintarte de payaso y presentarte ante el público más difícil y honesto, que son los chicos?. Bueno, para “Pochi” eso estaba presente desde muy chico. “Mi mamá siempre me decía ‘vos vas a ser payaso’ y a mí siempre me gustaron los niños. Cuando arranqué a hacer malabares se me abrió mucho la cabeza, junto con viajar”.
“Brindar alegría cuesta un montonazo y es lo que amo hacer”
Damico se convierte todo el tiempo en distintos personajes, es contratado en eventos para realizar malabares, magia, globología y burbujas gigantes. Pasa de ser un robot LED a un dinosaurio inflable, spiderman o payaso. Ese perfil multifacético es su meta de vida explica, “siempre intenté aprender todo lo que más podía para tener mi función propia, siempre quise saber hacer muchas cosas”.
Y así lo hizo, en estas vacaciones de invierno estará realizando funciones en diferentes CIC’s, “lo lindo de este trabajo es que te permite improvisar en el momento, a mí no me gusta lo monótono, por eso siempre trato de traer cosas nuevas. Si algo me llama la atención veo cómo hacer para que llegue a Chacabuco”, expresa.
Su trabajo es todo, “me permitió llegar a muchos lugares y personas, uno brinda alegría y eso hoy en día cuesta un montonazo. Es lo que amo hacer”, celebra.
Finalmente, “Pochi” me pide un favor antes de cerrar la nota, “le quiero agradecer a todas las personas de Chacabuco, son una masa, y principalmente a los niños que hacen esto posible. Es increíble ver cómo reaccionan, hacia mí y mis personajes. Te abrazan, te saludan, son inocentes, pura luz. No tienen problemas y solo disfrutan, eso hace que uno sea feliz con este trabajo”.