Se abre una nueva fase de relaciones entre Brasilia y Caracas. Luego de un intenso trabajo diplomático que ejecutaron Lula y Maduro, y que comenzó el mismo día en que el mandatario brasileño fue electo en 2022 como jefe de Estado, la profunda fractura en las comunicaciones entre ambos países se ha cerrado.
Intensas reuniones entre los cancilleres Yván Gil y Mauro Vieira, así como varias visitas de representantes del Gobierno de Brasil a Miraflores y de funcionarios diplomáticos de Caracas a Planalto, fueron preparando esta primera visita presidencial en Brasilia, en la que Lula y Maduro acordaron retomar la "Agenda Binacional de Cooperación".
Quedan atrás ocho años de tensiones que comenzaron con la destitución que ejecutó en 2016 el Senado brasileño contra la entonces presidenta Dilma Rousseff. El suceso fue calificado por Caracas como un “golpe parlamentario” que dio paso al régimen del conservador Michel Temer, a quien Maduro llegó a señalar de "sicario político" y de imponer un gobierno antidemocrático. Desde entonces, Temer enfrió las relaciones con Venezuela y fue un aliado decisivo de Estados Unidos para cercar a Caracas y aumentar el bloqueo en sus relaciones comerciales con otros países de la región. Luego, llegó a la presidencia brasileña el ultraderechista Jair Bolsonaro, quien decidió no reconocer a Maduro como mandatario y le dio su apoyo al falso gobierno "interino" del mamarracho Juan Guaidó.
Primeros pasos
"Mi encuentro con el presidente Lula constituye un hecho histórico, trascendental y de victoria de la dignidad de nuestros pueblos. El rescate y reimpulso de la unión entre Brasil y Venezuela, es el camino correcto que nos conducirá hacia el desarrollo y la integración de la Patria Grande", expresó Maduro en esta jornada histórica.
En tanto, Lula resaltó que su interés no es solo que ambos países mejoren sus pactos comerciales y económicos, sino también profundizar el intercambio humano, social y cultural para el bienestar y convivencia de ambos pueblos, y sobre todo, para reconstruir la integración a través de la concertación y el diálogo político, que se vio dañada por los gobiernos de derecha que apuntaron a la división regional.
Además, Lula y Maduro se trazaron el objetivo de fortalecer los lazos para el desarrollo económico y el comercio bilateral en condiciones de igualdad, así como también atender temas de interés fronterizo como movilidad ciudadana, seguridad, protección y garantía de los derechos humanos de las poblaciones indígenas Yanomami que comparten territorio en ambos países y el resguardo del Amazonas.
El sueño de la moneda común
Más allá de los asuntos bilaterales, los dos mandatarios también establecieron una agenda que incluye cuestiones geopolíticas de interés que apuntan a la construcción de una nueva arquitectura financiera regional y mundial.
"Tenemos que discutir si queremos ser más fuertes, si queremos formar un bloque para negociar, tener más fuerza o seguir divididos y dependiendo económicamente de Estados Unidos", expresó Lula sobre la necesidad que tiene la región de instalar una política económica soberana y común que acerque más a los pueblos. Uno de los pasos para avanzar hacia la independencia económica, resaltó Lula, es lograr que la región tenga una divisa autóctona con la que pueda realizar sus transacciones de manera independiente al dólar. "Mi sueño es tener una moneda común entre nuestros países para usar en las transacciones, de tal manera que podamos ser independientes del dólar", expresó Lula.
Los cinco grandes
Por su parte, Maduro destacó el papel de los BRICS (el bloque integrado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) en el surgimiento de una nueva geopolítica mundial: "van dibujando un mundo multipolar" que incluye "nuevos polos de poder político, económico, social, cultural y militar", destacó el líder bolivariano. "Son cinco países muy poderosos que se transforman en el gran imán de los que quieren un mundo diferente y más de treinta países quieren sumarse, estar en el Banco de los BRICS", enfatizó Maduro, quien manifestó el interés que tiene su Gobierno de ser parte de ese bloque.
Volver a poner la vara alta
Lula y Maduro dejaron en claro que el objetivo es lograr el grado de relaciones que Brasil y Venezuela alcanzaron durante la primera década del 2000, cuando el entonces presidente venezolano Hugo Chávez logró concretar con su par brasileño una fuerte alianza, tanto en lo económico como en lo político, convirtiéndolos en referentes de integración regional. En aquellos años, Brasilia y Caracas consolidaron grandes convenios en sectores fundamentales como petróleo, alimentos, comercio, industria, seguridad y cooperación regional, al punto que llegaron a convertirse en fundadores de la Unión Suramericana de Naciones (Unasur) y precursores de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
Este reencuentro de dos países sudamericanos tan influyentes es bienvenido en todo el barrio. Ayudará a toda Sudamérica a definir el rumbo que no termina de encontrar en un mundo que cada día presenta más claramente dos caminos que, aunque viejos, no han perdido vigencia: liberación o dependencia.