A mi me sorprendió que él quisiera saber sobre mí. Yo había ido con más pudor que ansiedad. Él acababa de publicar su último libro. Charlamos y todavía no prendía el grabador. Hablaba de una radio a pulmón, no sé en qué pueblo, un local chiquito ubicado arriba de una heladería. Contó de su programa itinerante, esa apuesta federal que en él se hacía cuerpo. Él estaba en su oficina, el bar Lucio, ubicado en Scalabrini Ortiz y Güemes de la CABA. Generoso, abría juego. Se entusiasmaba, lo revivía. Entonces dije que dale, que habláramos sobre el libro. Veníamos de la era macrista, de hacer surcos de casa a la plaza. Me olvidé qué había ido a buscar, estaba todo arriba de la mesa. Era el tipo que supo de los Estallidos argentinos. Era como estar con la historia viva.
–Miro la foto que le saqué ese día, pero no estoy en casa. La repaso, el libro tiene distintos marcadores de color. Cruzo mensajes con dos o tres lectores fieles de Mario, uno de ellos, su amigo.
Santiago, director de cine y periodista, escribe en el chat: “Me genera una sensación de claridad. De decir, bueno “esto es militar y hacer periodismo y escribir poesía y literatura”. Ante la peor, no perder el optimismo y dar lo mejor. Ser lo más humano posible en cada situación”.
“Son pérdidas colectivas en momentos muy jodidos, estaría muy enojado de morirse en medio de una tan difícil”, dice el director de este diario, que convocó a Mario a visitar la ciudad en 2019, y él, después de discutir brevemente dos o tres condiciones, estuvo de acuerdo en recorrer cada radio local dispuesta a charlar con él.
– Esa generosidad de palabra, se extendía a su sentipensar. Militaba un periodismo con el que se pudiera vivir, que se pudiera sostener, donde se trabajara en equipo, y que permitiera a los medios chicos profesionalizarse.
Esa vez dijo: “Existen en Argentina, con veintitrés provincias, una gran cantidad de frecuencias, suponer que eso se puede sostener con recursos propios y un poco de publicidad -aún con una pauta oficial- es equivocado, tiene que haber una promoción del Estado, como hay en tantas otras actividades de la cultura. Para mí es super retributiva, ¿qué es lo que impidió que se hiciera en la etapa kirchnerista? Quizás tener la mirada demasiado clavada en la disputa con Clarín, y después algunas cuestiones económicas. Había que ver quién ponía los recursos, alguien lo tiene que hacer. Por ahí también faltó tiempo. Y en lo político, si vos promovés pluralismo y federalismo radial y multiplicidad, si sos muy abierto no vas a tener un sistema verticalizado, pero a mí me parece que en términos democráticos sería bueno, y en términos de pertenencia, la mayoría te acompañaría al menos en trazo grueso, es el costo de un sistema democrático, que no te apoyen en todo, al menos no todo el tiempo, pero que tengas algo sólido”.
..Tras su muerte, el periodista Washington Uranga, su entrañable amigo, escribió sobre lo que decía Wainfeld sobre la objetividad en el oficio. “Nunca presumió de “objetivo” y cuantos decidieron seguir sus crónicas o escuchar sus reflexiones recibieron siempre información y aportes para pensar y discernir por su propia cuenta”.
“Yo creo que hay un arte del periodista, y un arte del periodista político, y ningún periodista político deja de tener un parecer y una posición respecto del mundo, aunque sea explicitar que no la tiene”, decía MW e insistía en que “otra cosa que es válida y que también da encuadre es que uno sincere cuáles son sus posiciones. El sinceramiento de las posiciones le aporta al lector un elemento de contexto y de defensa respecto de la subjetividad del periodista”.
Encuentro el libro, Estallidos Argentinos, narrados como nadie. Busco las marcas. Traigo un párrafo subrayado, pensando en su vigencia: “Los derechos son síntesis dialéctica de conflictos, de dos resistencias que se enfrentan: las derechas se niegan a ceder, los pueblos a resignarse”.